1614. Londres. El sueño y su método.

Un sirviente desciende las escaleras que conducen a la sala de trabajo de su amo. Se detiene ante la puerta. Es pequeña, de poco más de un metro. Su forma ovalada dibuja casi un semicírculo sobre la pared de piedra. Aunque algo deteriorada, conserva la rigidez de la madera noble.

Novum Organum, Francis Bacon

Novum Organum. Publicado en Londres en 1620. Bacon comenzó su redacción en torno a 1608.

Duda. Se inclina sobre la puerta. No se oye nada. Francis Bacon está echado sobre su silla. Absorto en sus pensamientos, ni siquiera oye el suave golpear de los nudillos de su sirviente contra la puerta de su cuarto. Bacon sueña despierto. Imagina barcos que navegan bajo el mar, carretas impulsadas por motores de carbón o algún otro mineral, píldoras que curan las enfermedades, jardines e invernaderos donde las frutas y vegetales maduran con rapidez,…. No, no es simplemente una vana elucubración, es una posibilidad, algo que los seres humanos podrían alcanzar si pusiesen en práctica un nuevo método de conocimiento. Así al menos lo cree él.

Todo ello sería posible si se procediese a una vasta reforma del saber. Lo primero es recoger todos los hechos de los que los sentidos tengan noticia. Ante todo, evitar resaltar tan sólo los hechos más extraños y sorprendentes. Las mentes más brillantes a menudo se dejan deslumbrar por los brillos de lo extraordinario, cuando es lo cotidiano de las cosas y su comportamiento lo más valioso y enigmático.

Y así, si queremos dar razón del calor o de la luz o del movimiento de los astros, debemos comenzar por hacer la más amplia recolección de hechos que seamos capaces. Se trata de hacer una extensa y muy exacta historia natural y experimental, cuidándose mucho de no incluir en ella nada fingido o imaginado.

Difícil tarea, no sólo por lo extenso y laborioso, también, sobre todo, porque se trata de educar a los sentidos, de conseguir que se detengan en las cualidades sensibles. El color, el peso, la forma, el tacto, …, no añadir nada.

1647-49. David Teniers el Joven

David Teniers el Joven. 1647/9

Tal vez a los habitantes de tiempos futuros todo esto les parezca simple y banal, pero hoy no lo es, pues lo sentidos están acostumbrados a envolver el mundo con embrujos y encantamientos, milagros, transmutaciones, secretas hermandades o señales divinas. Ya nada de esto habrá de ser. Qué fácil decirlo y, sin embargo, cuántos siglos costará a la humanidad ver el objeto como una mera reunión de cualidades sensibles. Nueva mirada sobre el mundo.

Pero no basta, así lo cree Bacon. Pues la inteligencia quedaría impotente y confundida ante tan vasta recopilación de datos. Habría que ordenarlos, encadenándolos conforme a su sucesión natural, relacionándolos mediante la elaboración de tablas. Estas tablas nos permitirían determinar las regularidades en el comportamiento de los objetos, los momentos en los que el fenómeno en cuestión parece ausente, o las variaciones en alguna de sus cualidades cuando se modifican las circunstancias dadas.

Es en este punto donde la inteligencia, no ya los sentidos, pasa a ocupar el papel central. Ella realiza la inducción, procedimiento por el que de las tablas de datos se extraen leyes o principios generales sobre el fenómeno estudiado, sobre sus regularidades, ausencias y variaciones, sin perderse en las etéreas abstracciones que tanto gustan a los eruditos de estos tiempos.

Aún nos resta un paso más, pues el método que Bacon desarrolla es circular, comienza y acaba en la experiencia. Y así, las leyes y principios hallados, nos permitirían volver a examinar el mundo, extrayendo de él nuevas experiencias. Es el método inductivo.

El sueño del caballero, Antonio de Pereda

El sueño del caballero, Antonio de Pereda. 1670.

Luz de luna penetra por las ventanas de su cuarto trabajo. Hace rato que se consumió la vela. Unos pasos se alejan de la puerta: el sirviente ha decidido no molestar a su amo. Sobre su mesa, un manuscrito en el que trabaja desde hace años. Un método para hacer de la ciencia un saber práctico que permita interpretar y dominar las fuerzas de la naturaleza. Lo ha titulado Novum Organum. Es parte de un proyecto mucho más amplio y ambicioso que quedará inconcluso: La gran restauración.

Bacon observa la luna a través de la ventana, sigue creando un mundo imaginario. Sigue soñando. Imagina cuevas subterráneas en las que, con un cálculo exacto de las condiciones climáticas y del tiempo necesario, se producen finos minerales que permiten retrasar la vejez o sanar las enfermedades; talleres donde simples minerales se tornan metales nobles; aparatos que reproducen colores y formas; cristales con las propiedades de los más duros metales. Y fábricas, imagina toda clase de fábricas. Unas producen refinados perfumes; otras elaboran exquisitos dulces, secos y jugosos; las hay que producen leche, caldos y ensaladas; algunas fabrican armamento cada vez más sofisticado y mortífero. Sueña Bacon con el mundo que será.

[Bacon2, Bacon4, Bacon6, Farrington1, Quinton1]

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